Estamos cerca de celebrar otro evento democrático que nos lleva a los cimientos de nuestras comunas. Esta vez elegiremos no solo concejales y alcaldes, sino también consejeros regionales y gobernadores, siendo la segunda vez que se eligen democráticamente. Estos últimos son responsables de manejar los recursos regionales, lo que exige que identifiquemos muy bien sus funciones y responsabilidades. Elegir correctamente fortalece nuestra república.

Sin embargo, cada vez que prendemos un noticiero, nos enfrentamos a una realidad donde los poderes del estado finalmente no son independientes, con acusaciones constitucionales desmoronando nuestra carta magna, que debería protegernos. Pareciera que más que velar por nuestros derechos, nuestros futuros abogados aprenden a buscar cómo evadir la ley y beneficiarse del Estado.

Es lamentable ver cómo los cargos públicos se llenan de abogados que, en vez de fiscalizar y proteger nuestra democracia, se dedican a servirse de ella. Como chilenos, debemos recordar que quienes nos han gobernado, en su mayoría, provienen de una élite privilegiada que no ha vivido las dificultades del pueblo. Desde Pedro Aguirre Cerda, ningún otro ha trabajado desde abajo, y es necesario elegir líderes que realmente comprendan la realidad de la clase trabajadora.

Hoy, muchos de los que nos gobiernan parecen ser los «hijos de Menéndez», herederos de aquellos que, como José Menéndez, asesinaron y explotaron a los pueblos indígenas en la Patagonia. Ahora, bajo nuevas formas, vemos cómo estas figuras políticas continúan saqueando nuestros recursos, despojando a la gente de sus tierras y sus derechos. Esa élite sigue aprovechándose de nuestra nación tal como lo hicieron con nuestros ancestros, levantando banderas las cuales nos han demostrado claramente este último tiempo que no son las suyas.

Nos queda esperar que, en las urnas, los chilenos y chilenas elijan a quienes han luchado por ganarse su lugar, quienes paso a paso han levantado la cabeza y enfrentado a quienes nos han oprimido. Que recordemos siempre que nuestros derechos y nuestra libertad no se regalan, se habitan.